Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa: ¿A quién le ha ido mejor con las adaptaciones de sus libros?
Santiago Díaz Benavides
Lector, melómano, miope curioso y cinéfilo. Me dicen El Profesor. Vivo en Bogotá con mi prometida y dos perros. También trabajo en una librería.

Aunque sus nombres dominan la literatura latinoamericana, el cine y la televisión han tenido resultados muy distintos al adaptar sus obras.

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Los premios Nobel Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa no solo han marcado generaciones con sus novelas, sino que también han despertado el interés del cine y la televisión. Sin embargo, mientras sus libros ocupan espacios similares en bibliotecas, sus trayectorias en la pantalla han tomado caminos opuestos. Hoy, con la consolidación de la serie Cien años de soledad como uno de los eventos audiovisuales más importantes del panorama hispanoamericano, parece claro que García Márquez ha logrado una conexión más profunda y duradera con el lenguaje visual.

El caso de Cien años de soledad es paradigmático. Durante años se creyó inadaptable. El propio Gabo se negó en vida a permitir una versión cinematográfica, convencido de que la magia de Macondo no podía sobrevivir a la literalidad del cine. Pero el tiempo, la tecnología y el cuidado narrativo de sus herederos cambiaron el panorama. Estrenada en Netflix, la serie no solo respetó el espíritu de la novela, sino que lo potenció a través de una puesta en escena profundamente latinoamericana, rodada en español y con talento colombiano. El resultado fue aclamado por la crítica, obtuvo múltiples galardones en los Premios Macondo, y ya tiene una segunda temporada en producción.

Netflix

Y eso es apenas la cúspide de una relación larga, aunque desigual, entre Gabo y la pantalla. Títulos como El coronel no tiene quien le escriba (1999), dirigida por Arturo Ripstein, lograron captar la melancolía y dignidad del personaje. Crónica de una muerte anunciada (1987) y El amor en los tiempos del cólera (2007) tuvieron menos fortuna, pero mantienen vigente el interés de cineastas internacionales en la obra del colombiano.

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Del otro lado, Mario Vargas Llosa ha tenido menos suerte. Pese a que muchas de sus novelas son profundamente cinematográficas —con estructuras complejas, tensiones morales y personajes memorables—, las adaptaciones han sido escasas y de impacto limitado. Pantaleón y las visitadoras tuvo dos versiones (1975 y 2000), siendo la más reciente la más conocida en América Latina. La ciudad y los perros, dirigida por Francisco Lombardi en 1985, recibió premios, pero quedó confinada al circuito de cine de autor. Recientemente, Travesuras de la niña mala fue adaptada como serie por ViX+, generando algo de conversación, pero sin mayor trascendencia internacional.

IMDb

¿Por qué esta diferencia tan marcada? Una hipótesis es que el universo de García Márquez, profundamente sensorial, lleno de imágenes poéticas y escenas oníricas, se presta mejor a las posibilidades del cine y la televisión. Vargas Llosa, más cerebral, político y narrativamente denso, requiere una adaptación más cuidadosa que, hasta ahora, pocos han logrado o siquiera intentado.

Centro Gabo

También influye la relación que cada autor tuvo con los medios. Gabo, pese a sus reservas, escribió guiones, fundó escuelas de cine y estuvo más vinculado al mundo audiovisual. Vargas Llosa, en cambio, ha mantenido una postura más distante, concentrado en el ensayo y la política.

Así, si bien ambos escritores han alcanzado la cima de la literatura, el espejo del cine y la televisión ha reflejado mejor a uno que al otro. Gabriel García Márquez ha conseguido lo que parecía imposible: que Macondo se vea, se escuche y se sienta sin perder su alma. Y eso, en el mundo de las adaptaciones, es un milagro digno de su propio realismo mágico.

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