Nadie recuerda a este personaje de 'The Walking Dead', pero fue fundamental para entender que la serie no era una broma
Santiago Díaz Benavides
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

El universo zombi de Robert Kirkman sigue más vivo que nunca gracias a sus spin-offs, pero en sus inicios fue un personaje olvidado el que cambió por completo el tono de la historia.

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A más de dos años del final de The Walking Dead, el legado de la serie se mantiene vigente gracias a sus múltiples spin-offs como Dead City y Daryl Dixon. Sin embargo, aunque muchos fanáticos recuerdan escenas icónicas como los primeros pasos de Rick Grimes tras despertar del coma o el terror instaurado por Negan y los Salvadores, otros momentos esenciales de la historia han quedado sepultados por el tiempo. Tal es el caso de Jacqui, un personaje del campamento original de Atlanta que pocos recuerdan, pero cuya decisión al final de la primera temporada marcó un antes y un después para la serie.

Interpretada por Jeryl Prescott, Jacqui formó parte del reducido grupo de sobrevivientes con los que Rick se cruza en los primeros capítulos. Fue en el último episodio de esa primera temporada —dirigida por Frank Darabont y considerada por muchos como la mejor etapa del show— cuando su nombre quedó grabado para siempre, aunque paradójicamente, en el olvido colectivo. En una escena clave, el grupo llega al Centro de Control de Enfermedades (CDC), donde el Dr. Edwin Jenner les revela una cruda realidad: no hay cura para la infección. Sin posibilidad de revertir la situación y con el edificio a punto de autodestruirse, todos escapan… menos Jacqui.

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Su decisión de quedarse y morir en la explosión no solo fue impactante, sino profundamente simbólica. En un mundo donde sobrevivir significaba perder la humanidad día a día, Jacqui representó a aquellos que se preguntaban si realmente valía la pena seguir. Fue un momento devastador que rompió cualquier esperanza ingenua de encontrar una salida fácil, recordándole a la audiencia que The Walking Dead no era un juego ni una simple historia de acción. Era un retrato brutal de la desesperanza.

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Jeryl Prescott reveló años después que ni siquiera ella sabía que su personaje moriría hasta recibir el guion. “Creo que es increíblemente realista que alguien decida terminar su camino en lugar de continuar con miedo”, explicó. Su despedida fue el primer recordatorio de que, en este universo, nadie estaba a salvo.

Aunque Jacqui no volvió a aparecer, su legado es claro: The Walking Dead no era una serie sobre héroes invencibles, sino sobre personas rotas intentando encontrar sentido en un mundo sin lógica. Y ella fue la primera en demostrarlo.

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