
En los últimos años, la producción audiovisual en Colombia se ha diversificado. Diferentes proyectos han visto la luz gracias al apoyo del gobierno nacional a los realizadores y su trabajo. Desde documentales y series web hasta cortos y largometrajes, la cinematografía colombiana pasa por un buen momento. Muestra de ello es la oferta audiovisual disponible en las distintas plataformas de streaming, entre ellas, YouTube, y allí, un cortometraje poco conocido que adopta el espíritu de la ciencia ficción para contarnos una historia sobre la crisis del amor y las trampas de la memoria.
Dirigida por Sebastián Moya y Camila Guzmán, esta producción de MOCCA Films cuenta la historia de Alex, un joven que, devastado tras descubrir la infidelidad de su novia, recurre a un misterioso laboratorio que ofrece un tratamiento experimental para eliminar el dolor emocional. Lo que inicialmente parece una solución a su sufrimiento se convierte en una adicción peligrosa, revelando un oscuro secreto: Alex ha sido programado para enamorarse una y otra vez como parte de un experimento encubierto.

El equipo de The Brainlab reúne a talentos prometedores de la escena audiovisual colombiana. Sebastián Moya, además de dirigir, también participó en el guion y la edición del cortometraje. Camila Guzmán, co-directora y co-guionista, también participa del largometraje, interpretando a Zoe, uno de los intereses amorosos del protagonista. Natalia Argüello y André Torres, co-fundadores de MOCCA Films, no solo produjeron el proyecto sino que también actuaron en él, aportando una conexión genuina con los personajes.
La dirección de arte, a cargo de Pauline Rojas, logra crear una atmósfera que combina lo futurista con lo cotidiano, mientras que la banda sonora original de Juan Diego Hernández complementa el tono enigmático del corto. La animación de Camilo Rodríguez añade un toque experimental que refuerza la narrativa visual.

Más allá de la buena producción del corto, su guion se queda a medias. Algunos personajes no consiguen conectar con la audiencia, o bien por sus diálogos un poco impostados, o bien porque la actuación no acompaña el relato. Además, hay lagunas en la trama respecto a las decisiones de algunos de los actantes y la resolución del conflicto central.
En todo caso, es destacable la ambición de los guionistas, que intentan abordar una historia con tintes futuristas en un entorno que es, en últimas, bogotano. Es de celebrar su atrevimiento.

The Brainlab está disponible para su visualización en YouTube, como un recordatorio de que el cine colombiano no tiene miedo de experimentar con géneros poco convencionales.