Hayao Miyazaki, la mente detrás de Studio Ghibli, siempre ha tenido como misión contar historias que puedan resonar tanto en niños como en adultos. Sin embargo, hubo una película en especial que, una vez terminada, hizo que Miyazaki dudara si realmente era adecuada para los más pequeños.
Estamos hablando de Porco Rosso, una película que fue inspirada en la disolución de Yugoslavia, un evento que lo dejó con un sentimiento de inquietud y la idea de que debía abordar este tema en una de sus historias, incluso si eso implicaba apartarse del estilo más ligero de obras como Mi Vecino Totoro o Kiki: Entregas a Domicilio.
Este dilema lo llevó a crear La Princesa Mononoke, una de las películas más ambiciosas de Studio Ghibli y la que, según el propio Miyazaki, llevó al límite a su equipo de animación. Sabía que el esfuerzo sería inmenso, pero también sentía que era una historia que debía ser contada.
Cuando terminé, pensé: ‘¿Qué he hecho?’ Al principio, me convencí de que esto no era algo que los niños deberían ver. Pero luego cambié de parecer: ‘No, esto es algo que los niños deben ver’, porque los adultos simplemente no lo entenderían. Eran los niños quienes captaban el mensaje.
“Fue un riesgo enorme, totalmente diferente de cuando estaba haciendo Kiki”, confesó Miyazaki en una entrevista con Empire. La guerra en Yugoslavia lo marcó profundamente. Observaba el caos y pensaba en los niños nacidos en un mundo lleno de conflictos y desdicha. “¿Cómo podíamos pretender que éramos felices y darles ese mensaje?”, se preguntaba.
'La Princesa Mononoke': el éxito inesperado de Studio Ghibli
La Princesa Mononoke se convirtió en un éxito mundial y fue la primera película de Studio Ghibli en llegar a Estados Unidos, gracias a Disney. Sin embargo, el lanzamiento en occidente no fue fácil. Harvey Weinstein, en ese entonces representante de la distribución, quiso cortar 45 minutos de la película para hacerla “más accesible” al público estadounidense. La historia detrás de esta batalla es conocida entre los fanáticos de Ghibli: Ghibli envió una espada japonesa con la nota “sin cortes” para dejar claro que Mononoke debía llegar íntegra a las audiencias.
Ahora, si no sabes nada de esta película, la historia sigue a Ashitaka, un príncipe que es maldecido y emprende un viaje en busca de una cura. En su travesía, llega a una frondosa y mágica selva donde conoce a San, una princesa humana que fue criada por lobos y que lucha ferozmente contra la Ciudad de Hierro, una comunidad de humanos decidida a explotar los recursos naturales del bosque.
La Princesa Mononoke no solo es una historia épica; es también una reflexión sobre el conflicto entre el hombre y la naturaleza, la guerra y la incapacidad de la humanidad para aprender de sus errores. Aquí, Miyazaki logró un equilibrio perfecto entre la fantasía y temas tan reales como la destrucción ambiental y la codicia.
Al final, La Princesa Mononoke nos recuerda que no todos los cuentos de hadas tienen finales felices y que, a veces, las historias más duras son precisamente las que los niños necesitan escuchar. Así, Miyazaki nos regaló una obra que desafió el género de la animación y que, aún hoy, sigue tocando fibras en cada nueva generación de espectadores.