En 2019 se estrenó una de las películas más inquietantes que ha hecho Netflix en los últimos años. Justo en medio del auge del cine comercial español gracias al streaming, la plataforma publicó El hoyo, una historia que mezclaba thriller, ciencia ficción e incluso gore.
El argumento era que, por alguna razón, cientos de personas estaban recluidas en una prisión estructurada por pisos verticales. En cada nivel había dos presos, los cuales compartían el lugar para dormir y hacer sus necesidades.
Lo curioso del espacio en cuestión es que en medio de cada división había un agujero en el medio, en el que se colocaba una plataforma llena de comida una vez por día. El gran problema es que, como era de esperarse, los que estaban más arriba, comían más y a veces no llegaban suministros a las secciones más bajas.
Netflix
Asimismo, cada mes se cambiaba el orden en el que los reclusos residían.
Ahora, la segunda entrega funciona prácticamente como una secuela y su realización ha sido casi tan impresionante como el resultado en pantalla. De hecho, el director Galder Gaztelu-Urrutia reveló a Infobae algunos detalles.
“Construimos prácticamente todos los decorados de la película, casi un 80% y todo está rodado en un único nivel de de 6x3 y 4,30 de alto. Hicimos tres niveles más para que se extendiera digitalmente y se fueran repitiendo”, comenzó diciendo el cineasta.
También agregó que "queríamos que todo fuera lo más real posible. Así que, para ir de un nivel a otro, había que establecer un cableado para que los especialistas y los miembros del equipo pudieran moverse con fluidez pero, básicamente, es una película que se podría haber hecho hace 100 años”.
Netflix
Grabar 'El hoyo 2' fue "incómodo", dicen los actores
Justamente en ese esfuerzo por alcanzar realismo, Hovik Keuchkerian comentó que “todo estaba metido dentro de una nave gigantesca de la que no se podía salir. Era incómodo, pero a la vez te introducía como intérprete en ese hoyo. Llegabas al ‘set’ y no tenías más remedio que ponerte en situación”.
La co-protagonista, Milena Smit, añadió que “éramos 40 personas metidas en un agujero. Y, además, al principio la comida de la plataforma era real. Pasaban los días y olía ‘pocho’. Creo que era el pollo, o algún pescado. Pero cuando empezamos a tener ganas de vomitar lo cambiaron por material de ‘atrezzo’, menos mal”.
Finalmente, la actriz concluyó diciendo que “además del olor a comida, también estaba el sudor que desprendían los cuerpos humanos en ese espacio tan pequeño. Así que era normal que te entraran nauseas”.