El cine de horror ha encontrado en John Carpenter y David Cronenberg a dos de sus máximos exponentes. Ambos directores han sido figuras clave en el desarrollo del género, no solo por su capacidad de perturbar a las audiencias, sino por su destreza para usar el miedo como vehículo para reflexionar sobre la sociedad y la condición humana. Sus películas, marcadas por el horror psicológico y los efectos visuales grotescos, han dejado una huella imborrable en la cinematografía mundial, y ahora inspiran una nueva obra que, tras su debut en el prestigioso Festival de Cine de Cannes, solo ha recibido elogios: 'La Sustancia'.
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Coralie Fargeat, la directora detrás de este thriller protagonizado por Demi Moore y Margaret Qualley, ha dejado claro que su fascinación por el horror corporal nació viendo en secreto las cintas de estos maestros del terror. De Cronenberg, reconocido por filmes como 'La mosca' y 'Videodrome', Fargeat adopta el enfoque del horror corporal como metáfora de la transformación física y psicológica. Mientras tanto, de Carpenter, director de clásicos como 'Halloween' y 'The Thing', toma la atmósfera de suspense opresivo y la lucha entre lo humano y lo monstruoso.
El resultado es 'La Sustancia', un filme feminista que, al igual que las obras de Carpenter y Cronenberg, explora los límites de la identidad humana a través de la transformación física. La película introduce un misterioso producto en el mercado negro que promete convertir a las personas en versiones ideales de sí mismas, aunque solo por un tiempo limitado. Al igual que en los filmes de horror corporal de Cronenberg, las consecuencias de estos cambios físicos no se hacen esperar.
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Fargeat, quien debutó con 'Revenge' en 2017, utiliza este pretexto para profundizar en temas de violencia y poder, siguiendo la tradición de sus ídolos. La cineasta ha adelantado que los efectos visuales son clave en la narrativa de su nueva película, haciendo honor a las técnicas innovadoras que tanto Carpenter como Cronenberg popularizaron en sus respectivas filmografías.
La película, que se inscribió en el contexto de un Festival de Cannes marcado por una oleada de reflexiones en torno al movimiento #MeToo, una temática que resuena con las preocupaciones sociales que Carpenter y Cronenberg siempre han abordado desde sus respectivas trincheras creativas, parece destinada a convertirse en otro eslabón en la cadena de películas que no solo buscan impactar, sino hacernos reflexionar profundamente sobre el cuerpo, el poder y la identidad.