En cuestión de horas, Bridgerton se convirtió en tendencia mundial al estrenar la segunda parte de su tercera temporada. Los últimos cuatro capítulos dieron conclusión a la complicada, intensa y tierna relación de Penélope Featherington con Colin, la cual ha dado de qué hablar entre los fans.
La química entre Nicola Coughlan y Luke Newton, los protagonistas de la entrega más reciente, hizo pensar a más de uno que había algo entre los actores en la vida real, al punto que tuvieron que salir a hablar públicamente para aclarar que solamente son grandes amigos.
Más allá de la conexión entre ambos, otro de los miembros del elenco que se ha vuelto muy popular por estos días es Jonathan Bailey, que es el gran sex symbol masculino de la famosa producción de Netflix.
En el papel de Anthony Bridgerton, tuvo su oportunidad de brillar en la segunda temporada, la que protagonizó junto a Simone Ashley. Cuando ocupó los reflectores de todo el mundo, su vida personal entró a la vez en la agenda mediática.
Si bien nunca ha querido que su privacidad sea de dominio público, sí ha dicho abiertamente que es homosexual, de lo que se encuentra orgulloso a pesar de haber sufrido discriminación en su momento. Actualmente, ejerce gran activismo para el beneficio de la comunidad LGBTQIA+.
Lo que pasó Jonathan Bailey, de 'Bridgerton', al salir del closet
En una entrevista concedida a GQ, el británico de 36 años dio a conocer uno de los momentos más difíciles de su carrera. Cuando fue a presentar uno de sus primeros castings, el productor fue tan directo, que le asustó.
“Hay dos cosas que no queremos saber: si eres alcohólico o si eres gay”, expresó el ejecutivo del estudio que lo recibió.
“Lo único que hace falta para creer que algo así es verdad, es que alguien en una posición de poder te lo diga”, añadió sobre sus sentimientos al vivir tal experiencia, agregando que “entonces, claro, supuse que debía hacerle caso. Pensé que para ser feliz necesitaba ser heterosexual”.
Aunque pensó en retirarse de la actuación, no quiso agachar la cabeza, expuso que “llegó a un punto en el que pensé: ‘Que le den’. Prefiero coger la mano de mi novio en público o poder poner una foto de mi cara en el Tinder, y no estar preocupado por eso antes que por conseguir un papel”.