Al inicio de la década de los 90, Lady Tabares y Giovanni Quiroz, 'El Zarco', partieron de Medellín hacia Cannes, Francia, en compañía de Víctor Gaviria, quien los dirigió en 'La Vendedora de Rosas', para vivir una experiencia que cambiaría sus vidas para siempre. Lo que comenzó como un sueño lejano se convirtió en una realidad cuando se vieron envueltos en el glamour del Festival de Cine de Cannes.
A pesar de provenir de un entorno humilde y a veces carecer de lo más básico, su viaje a Cannes les abrió las puertas a un mundo de lujo y comodidades inimaginables. Hospedados en una lujosa mansión gracias a un generoso productor francés, experimentaron la vida de las estrellas de cine, aunque siempre añorando los sabores y la sencillez de su hogar en Medellín.
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Vestidos con trajes de gala, Lady y el Zarco caminaron por la alfombra roja del Palacio de Eventos y Congresos, rodeados de la élite del cine mundial. Fue un momento surrealista para ellos, dos jóvenes que, por casualidades de la vida, se encontraban en la meca del cine.
Sin embargo, el viaje estuvo marcado por contrastes. La noche anterior a su gran día, la mansión donde se alojaban se vio envuelta en un escándalo por la pérdida de unas joyas valiosas. Lady y el Zarco fueron sospechosos, y durante horas Víctor Gaviria, el director de la película en la que participaban, los interrogó por separado. Finalmente, las joyas aparecieron misteriosamente, dejando a todos con la incógnita de quién fue el responsable.
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A pesar de la gloria momentánea en Cannes, Lady y el Zarco seguían siendo niños de la calle de Medellín en el fondo de sus corazones. La nostalgia y la realidad de su vida en Colombia los acompañaron durante todo el viaje, recordándoles de dónde venían y quiénes eran en realidad.
Después del festival, ambos regresaron a su dura realidad en Medellín. Lady terminó en prisión por un delito que no cometió, mientras que el Zarco encontró un destino trágico dos años después.
El viaje de Lady y el Zarco a Cannes fue más que una historia de cine; fue un viaje de contrastes, donde la gloria efímera se mezcló con la cruda realidad de sus vidas en las calles de Medellín. Aunque el destino de ambos fue diferente, su experiencia en Cannes quedó marcada como un momento inolvidable en la historia del cine colombiano.