La vida en la cárcel de Alfonso Basterra y su pasado profesional antes de 'El caso Asunta'
Santiago Díaz Benavides
Lector adicto, miope curioso y cinéfilo. Una vez tuve una columna de cine que nadie leyó. Todos dicen que me parezco a El Profesor.

La serie de Netflix ha generado más preguntas que respuestas alrededor del controversial caso que conmocionó a España.

Netflix

El caso Asunta ha vuelto a los titulares de la prensa internacional con el estreno de la serie homónima de Netflix que recrea los eventos en torno al asesinato de la niña Asunta Basterra Porto. Entre los focos de atención, además del crimen y sus implicaciones, se encuentra la vida en prisión de Alfonso Basterra y su pasado profesional antes del terrible suceso.

Alfonso Basterra, condenado a 18 años de cárcel por el asesinato de su hija, lleva su pena en la cárcel de Teixeiro, sin haber obtenido permisos penitenciarios y con la determinación de cumplir íntegramente su condena como un acto de afirmación de su inocencia. Su vida tras las rejas se caracteriza por el aislamiento y la dedicación a la lectura y la escritura, según fuentes cercanas.

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Antes del caso Asunta, Basterra tenía una carrera como periodista económico y de turismo. Nacido en Bilbao en 1964, se estableció en Santiago de Compostela, donde trabajó en medios como El Correo Gallego y en gabinetes de prensa, incluyendo el del Ayuntamiento de Padrón. A medida que su esposa, Rosario Porto, ascendía en su carrera como abogada y consultora, él dejó de trabajar para depender económicamente de ella.

El divorcio de la pareja en 2013 marcó un cambio radical en la vida de Basterra. De vivir en la opulencia, pasó a malvivir en un modesto apartamento, subsistiendo con un pequeño préstamo de un familiar. Sin embargo, su suerte cambió cuando la salud de Porto se vio comprometida por una enfermedad grave, convirtiéndose en su único apoyo.

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El caso Asunta, que culminó con la muerte de la niña en 2013, reveló un plan premeditado por parte de ambos padres. Los análisis toxicológicos mostraron que Asunta había estado ingiriendo grandes cantidades de lorazepam durante meses antes de su muerte. El juicio concluyó que el asesinato fue ejecutado de forma gradual y premeditada, sin la posibilidad de que Basterra actuara solo.

Mientras el interés público se centra en los detalles del crimen y sus consecuencias, la vida en la cárcel de Basterra y su pasado profesional ponen de manifiesto las complejidades detrás de este caso que conmocionó a España y sigue generando preguntas sobre qué llevó a dos padres a cometer un acto tan atroz contra su propia hija.

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