En uno de los arcos más intensos de la última parte de 'Naruto Shippuden', somos partícipes del enfrentamiento memorable entre Maito Gai y Madara Uchiha, durante la Cuarta Gran Guerra Ninja. El sensei de Rock Lee, Neji y Ten Ten, hace uso de su máximo poder para enfrentarse al villano y abre la Octava Puerta para intentar conseguir acabar con el conflicto.
La escena del combate entre estos dos es, verdaderamente, alucinante. Por poco y nuestro intrépido ninja le gana en cuerpo a cuerpo a Madara, y hasta el propio villano alcanza a pensarlo, pero teniendo las habilidades del Jinchuriki del Juubi es difícil que lo venzan.
La técnica de Gai, que involucra abrir todas las ocho puertas de chakra internas, le otorga un poder impresionante, pero conlleva un costo inmenso: la inevitable pérdida de su propia vida. Nadie que hubiese usado la técnica antes había conseguido sobrevivir, pero estamos hablando de Gai. Su resistencia es imparable. Además, cuenta con Naruto.
Justo cuando pensábamos que iba a morir, Naruto, que ya no es el mismo de antes, pues ha recibido un poder especial, posa su mano sobre el pecho de Gai y reactiva su chakra interno, permitiéndole vivir, para sorpresa de Madara. Lo cierto es que Naruto no sabe lo que ha hecho, pero resulta.
El maestro del taijutsu demostró ser uno de los ninjas más poderosos de Konoha y, me atrevo a decirlo, de todas las aldeas. Su perseverancia y la fuerza de su espíritu le permitieron hacerle frente al villano más fuerte, y ganarse su respeto.