
Últimamente, se ha popularizado el uso de Inteligencias artificiales para producir contenido que de una u otra forma imaginan el ecosistema cultural contemporáneo. Esta tendencia funciona porque apela al espectáculo noticioso en el que se presentan las herramientas de IA como novedosas formas de producir sentido. Y, aunque el resultado es divertido, no es nada nuevo. Esto ya se podía hacer antes con las herramientas “tradicionales” de edición de imágenes. Sin embargo, la fascinación que producen este tipo de imágenes responde a una narrativa que alrededor de la inteligencia artificial los medios de comunicación se han encargado de construir.
El asunto de la inteligencia artificial se centra en el dilema del autor. Es decir, en el monopolio creativo que hasta ahora habíamos ostentado los seres humanos; el miedo a perder dicho dominio, supone el desplazamiento de nuestra función como especie creadora de sentido y por ende especie dominante en lo que consideramos la realidad.

Sin embargo, más allá del afán noticioso, las inteligencias artificiales aún no han llegado a lo que se conoce como la “singularidad tecnológica” y lo que vemos es una especie de profecía autocumplida - una ficción si se quiere - que ayuda a las fantasías fatalistas que nos ha alimentado por años el cine de ciencia ficción.
Se dice que esta "singularidad" o punto de inflexión se producirá cuando la IA se vuelva capaz de mejorar a sí misma y crear una "explosión" de inteligencia que supere con creces la capacidad humana. Esto llevaría a una aceleración exponencial en el desarrollo tecnológico y a una reorganización radical de la sociedad.

Esta teoría fue popularizada por el escritor de ciencia ficción Vernor Vinge en la década de 1990 y ha sido discutida y debatida por muchos expertos en tecnología desde entonces. Algunos creen que la singularidad tecnológica es inevitable, mientras que otros la consideran poco probable o incluso imposible.
Por el momento, es mejor disfrutar el viaje y entretenerse con los escenarios posibles que producen estas herramientas, y que responden a la lógica de las imágenes virales y los memes, en donde se crean universos divertidos al unir cosas que de otra manera no tendrían sentido, como don Ramón como un elfo.