Así se verían las princesas de Disney si hicieran gestos ridículos y no fueran perfectas
Santiago Díaz Benavides
Lector adicto, miope curioso y cinéfilo. Una vez tuve una columna de cine que nadie leyó. Todos dicen que me parezco a El Profesor.

Estas imágenes, aunque cómicas, nos permiten ver a las princesas de Disney de una manera más auténtica y cercana, alejándolas del pedestal de perfección en el que siempre han estado.

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En el imaginario popular, las princesas de Disney han sido siempre íconos de perfección y belleza. Desde Blancanieves hasta Pocahontas, estos personajes han sido representados como muestras de gracia y elegancia, siempre luciendo impecables sin importar las adversidades que enfrentan.

Queriendo hacer más humanos a estos personajes, una artista digital de Indonesia, Andhika Muksin, ha decidido romper con esta narrativa mostrando a las princesas en situaciones más humanas y cotidianas, donde no siempre son perfectas.

Una lloradita y a dormir

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Muksin retrata a una princesa llorando desconsoladamente, con ojos hinchados y sin poder ocultar su tristeza, demostrando que todos hemos tenido esos momentos difíciles.

¿Quisiera una bolsa, princesa?

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Ariel de 'La Sirenita' es mostrada con una expresión nada halagadora mientras le quitan la voz, comparándolo con la sensación de estar a punto de vomitar.

La belleza interior es lo importante

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La artista también aborda el tema de la belleza interior. Esta divertida ilustración muestra a Bella, de 'La Bella y la Bestia', con una papada al verse en el espejo, como si abriera accidentalmente la cámara frontal de su celular, demostrando que incluso las princesas más hermosas tienen sus momentos menos glamorosos.

¿Qué tal estuvo la siesta?

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Blancanieves es retratada con una cara de recién levantada, recordándonos que nadie se ve perfecto al despertar.

¿Quién es la bestia ahora?

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Finalmente, la artista nos muestra a Bella disfrutando de su comida favorita con un entusiasmo desmedido.

Con estas ilustraciones, Andhika Muksin nos invita a reírnos y a aceptar nuestras propias imperfecciones, recordándonos que incluso las figuras más perfectas tienen sus momentos ridículos y humanos.

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