
Gregorio Pernía se hizo un nombre a pulso en la televisión colombiana desde comienzos de los 2000. Papeles en producciones como Las noches de Luciana, Milagros de amor, La hija del mariachi o Hasta que la plata nos separe lo catapultaron directamente al éxito. Asimismo, la comedia Las detectivas y el Víctor lo colocó en boca de todos en el país.
Sin embargo, sus ganas de llegar cada vez más lejos no pararon ahí, por lo que aceptó en 2008 un personaje que le cambió la vida para siempre. A fin de realizar segunda adaptación de Sin senos no hay paraíso, fue elegido para darle vida al Titi, un "traqueto" más interesado en las prepagos que cualquiera.
El rol despertó amores y odios. Mientras miles de personas lo veían como el gran galán con un contexto negativo, otros se referían a él como un hombre despiadado que se aprovechaba de las mujeres con frecuencia.
Los problemas de ser el Titi para Gregorio Pernía

Aunque el reconocimiento internacional gracias a la exitosa producción fue bueno para la carrera del cucuteño, no todo fue color de rosa, debido a que algunos no lograban diferenciar la realidad de la ficción.
“Hay personas que piensan que uno es El Titi, que las voy a agarrar, les voy a halar el pelo, les voy a pegar dos nalgadas, les voy a morder la boca”, recordó en Lo sé todo.
El acoso y maltrato

La confusión de las personas hizo que el actor terminara siendo víctima de acoso.
Una vez estaba en Houston, Texas, con su esposa y fueron a una discoteca. En un momento cualquiera, decidió ir al baño. “Se han metido unas muchachas ahí, me decían: ‘Titi esta es la oportunidad’, y yo les decía: ‘no, ustedes están locas’”, relató para el programa de chismes.
En otra ocasión, una persona le escribió insistentemente para tener relaciones sexuales “y me dice: ‘qué cuánto es lo que yo cobro y que eso queda entre nosotros dos’... Por tener algo”, agregó.
Finalmente, recordó cuando una mujer lo hirió físicamente en Bogotá.
“Fue en la 72 con 11. Me dio un palmadón en la espalda durísimo. Yo iba a firmar un contrato de arrendamiento de un local, estaba con la persona que me lo iba a alquilar y me dio un palmadón y me dijo: ‘paramilitar hij...’, y yo: ‘¡mi señora’”, concluyó.